Protestas en Indonesia: 3 claves para entender por qué la gente está tan enojada | El Comercio

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**Protestas en Indonesia: La Ira de un Pueblo Desbordado**

La situación en Indonesia ha alcanzado un punto crítico tras días de protestas violentas que han dejado al menos ocho muertos y miles de detenidos. La indignación popular, inicialmente provocada por un escandaloso subsidio de vivienda para legisladores, se intensificó tras la trágica muerte de un conductor de un servicio de transporte compartido, atropellado por un vehículo policial blindado. Este incidente, ocurrido el jueves, encendió la chispa de un descontento acumulado que ha estado latente durante meses bajo la administración del presidente Prabowo Subianto.

Las manifestaciones comenzaron de manera pacífica, pero rápidamente se transformaron en disturbios masivos. Miles de personas, en su mayoría estudiantes y sindicalistas, tomaron las calles en ciudades como Yacarta y Van Dung, incendiando edificios legislativos y saqueando propiedades de parlamentarios. La respuesta del gobierno ha sido contundente: más de 3,195 arrestos en todo el país, con 1,240 en la capital. La policía y el ejército han sido desplegados para restaurar el orden, mientras la tensión sigue en aumento.

Prabowo, quien asumió la presidencia en octubre pasado con la promesa de combatir la corrupción, se ha visto obligado a cancelar un viaje a China para abordar esta crisis. Aunque ha hecho concesiones, como la reducción de beneficios para legisladores, el profundo malestar económico y político persiste. La frustración de los indonesios, exacerbada por salarios estancados y un aumento vertiginoso del costo de vida, ha llevado a la población a exigir cambios significativos.

Amnistía Internacional ha alertado sobre la criminalización de las protestas, advirtiendo que etiquetar a los manifestantes como terroristas ignora las causas fundamentales de su descontento. La situación sigue siendo volátil, y la comunidad internacional observa con preocupación cómo se desarrolla esta crisis en la tercera democracia más grande del mundo. La ira de un pueblo desbordado está lejos de calmarse.