Cristina Fernández de Kirchner, la expresidenta de Argentina, ha sido condenada a seis años de prisión por corrupción en un fallo histórico que podría marcar el ocaso del peronismo en el país. Este 10 de junio de 2025 quedará grabado en la memoria colectiva, ya que la Corte Suprema ha ratificado su culpabilidad en el caso de administración fraudulenta relacionado con la adjudicación irregular de obras públicas en Santa Cruz, beneficiando a su amigo Lázaro Báez. La justicia ha determinado que sus acciones causaron pérdidas millonarias al Estado argentino.
Con 72 años, Kirchner enfrentará prisión domiciliaria, lo que significa el fin de su carrera política y su inhabilitación para ocupar cargos públicos de por vida. Este veredicto, que llega tras casi una década de juicios y apelaciones, ha desatado una tormenta política en Argentina. La exmandataria, quien había anunciado su regreso a la política hace apenas una semana, se encuentra ahora en una situación de aislamiento, con el peronismo dividido y en crisis de liderazgo.
El fallo ha generado reacciones explosivas en el entorno kirchnerista, que denuncia una persecución política y amenaza con movilizaciones. Sin embargo, dentro del propio peronismo, muchos ven esta condena como una oportunidad para una renovación necesaria, alejándose de la figura de Kirchner, que ha dominado la política argentina durante dos décadas.
El gobierno de Javier Milei, que ha celebrado la sentencia como un acto de justicia, se enfrenta ahora a un panorama incierto. La pregunta que resuena en las calles es: ¿es este el principio del fin del peronismo o el inicio de una nueva era de resistencia? La historia de Argentina se está reescribiendo, y las consecuencias de este fallo judicial resonarán en el futuro político del país.