La selección peruana de fútbol ha sido eliminada de las eliminatorias mundialistas en un desenlace vergonzoso que ha dejado a los aficionados en estado de shock. En un partido decepcionante, Perú empató 0-0 contra Ecuador en el Estadio Nacional de Lima, un encuentro marcado por la pésima condición del campo y la ineficacia del equipo. Este resultado ha sido una clara señal del fracaso de la gestión de la Federación Peruana de Fútbol, encabezada por Agustín Lozano y Juan Carlos Oblitas, quienes son considerados los principales responsables de esta debacle.
Desde el inicio del proceso clasificatorio, las decisiones cuestionables han sido la norma. La traición a Ricardo Gareca, cuando se optó por Juan Reynoso sin una evaluación adecuada, marcó el comienzo de un ciclo destructivo. La falta de una alineación consistente y la ausencia de liderazgo en el banquillo han llevado a la selección a una crisis sin precedentes, con jugadores que no compiten a nivel de clubes siendo convocados para la Copa América.
La situación ha llegado a un punto crítico, con la eliminación de Perú en la clasificatoria más accesible de la historia. Los aficionados exigen respuestas y rendición de cuentas. La falta de inversión en el futuro y el desprecio por la competitividad han dejado a la selección en un estado lamentable. Con la salida de Reynoso y la llegada de Óscar Ibáñez, se vislumbra un cambio, pero el daño ya está hecho.
Es hora de que la Federación y sus dirigentes asuman la responsabilidad de sus acciones. La afición merece una explicación y una verdadera renovación en la estructura del fútbol peruano. La esperanza se ha desvanecido, y el futuro parece incierto. La selección necesita un cambio radical, y los aficionados están cansados de promesas vacías. La vergüenza de esta eliminación no puede ser ignorada; el tiempo de actuar es ahora.