**EE.UU. EN CRISIS: Los aranceles del cobre de Trump aumentan costos en $4,300 por tonelada de la noche a la mañana**
El panorama industrial de Estados Unidos se tambalea tras la reciente imposición de un arancel del 50% sobre productos de cobre semiprocesados, una decisión que ha desatado un torbellino económico. Mientras el precio del cobre cae, los costos en talleres y sitios de construcción se disparan, creando un escenario paradoxal donde los productos se vuelven más caros a pesar de la caída del metal. En cuestión de minutos, el contrato de futuros de cobre en Nueva York se desplomó un 19.5%, marcando la caída más abrupta desde la pandemia.
Los fabricantes de cables, circuitos impresos y componentes electrónicos se enfrentan a un aumento de costos que podría paralizar la modernización de la defensa y la transición energética del país. Con un costo promedio de $8,600 por tonelada, el arancel añade $4,300, elevando el total a $12,000. Las fábricas de cables han tenido que expandir sus líneas de crédito, y los bancos exigen garantías adicionales, lo que incrementa aún más los costos de financiamiento.
El sector de la energía se encuentra entre los más afectados. La expansión de la red eléctrica, que conecta 13 gigavatios de energía eólica y 29 gigavatios de solar, ahora enfrenta un déficit de $2.3 mil millones debido al aumento del costo del cable. La Comisión Federal de Regulación de Energía estima que esto podría incrementar las facturas residenciales en 0.3 centavos por kilovatio-hora, exacerbando la inflación.
La industria de defensa también siente el peso de esta decisión. Cada batería del sistema Patriot, por ejemplo, ahora costará $1.3 millones más debido a los aranceles. Mientras tanto, los fabricantes de semiconductores advierten que los costos adicionales erosionan sus márgenes, dificultando la producción nacional.
A medida que la presión sobre la Casa Blanca aumenta, los lobbies de la agricultura, la construcción y la defensa exigen cambios. La situación es crítica: si los aranceles no se levantan, la industria estadounidense enfrentará desafíos insuperables, poniendo en riesgo no solo la economía, sino también la transición hacia un futuro más sostenible.