El rey Felipe VI y doña Letizia Ortiz han confirmado su separación en un giro inesperado que sacude los cimientos de la monarquía española. La noticia llega en medio de tensiones crecientes y confrontaciones evidentes durante su reciente estancia en Palma de Mallorca. Fuentes cercanas al palacio han revelado que la pareja ha optado por vacaciones separadas en Grecia, un destino cargado de simbolismo familiar, donde doña Sofía, madre de Felipe, tiene profundas raíces.
Mientras el rey se aloja en la lujosa villa de la familia real holandesa, Letizia ha decidido embarcarse en un yate de lujo, valorado en 8 millones de euros, acompañada de su círculo más íntimo. Este distanciamiento físico y emocional marca un hito crucial en su relación, sugiriendo que la ruptura podría ser definitiva. Además, se habla de un acuerdo prenupcial que otorga la custodia de las princesas Leonor y Sofía al rey en caso de divorcio.
La princesa Leonor, quien se prepara para su último año de formación militar, se encuentra devastada por la situación, justo cuando asume su papel como futura reina. La infanta Sofía, por su parte, comenzará sus estudios universitarios en Lisboa, lo que la alejará aún más de la familia real.
Este verano, que debería ser de unión familiar, se ha convertido en un periodo de incertidumbre emocional. Grecia, más que un simple destino turístico, es un lugar cargado de historia y conexión familiar, lo que añade una capa de dramatismo a esta crisis. La imagen de la monarquía española, que ha sido proyectada como un símbolo de unidad, está al borde del colapso. La pregunta que todos se hacen es: ¿es esta separación irreversible? La familia real enfrenta un futuro incierto, y el tiempo dirá si podrán superar esta tormenta.