Una ola de violencia incontrolable sacude a Colombia en un día marcado por el terror. Este jueves, una explosión devastadora cerca de la base aérea Marco Fidel Suárez en Cali ha dejado al menos seis muertos y cerca de 60 heridos. El ataque, atribuido a un camión bomba, se produjo frente a la Escuela Militar de Aviación, desatando el pánico en la ciudad.

El alcalde de Cali, Alejandro Eder, ha respondido con medidas drásticas, anunciando la militarización de la ciudad y ofreciendo una recompensa de 400 millones de pesos por información sobre los responsables. “He ordenado asegurar todas las entradas a la ciudad de manera inmediata”, declaró Eder, mientras se implementan restricciones al tráfico de camiones de gran tonelaje durante la noche.

El presidente Gustavo Petro ha calificado el ataque como un acto terrorista vinculado a las disidencias de las FARC, específicamente al Estado Mayor Central dirigido por Iván Mordisco. “Lo sucedido en Cali es un claro indicio de cómo estas disidencias han escalado hacia acciones terroristas”, advirtió el mandatario.

El ministro de Defensa, Pedro Arnulfo Sánchez, ha elevado la alerta máxima en todo el país, señalando la posibilidad de nuevos ataques inminentes. En un giro trágico de los acontecimientos, un helicóptero de la Policía Nacional fue derribado en Antioquía, dejando un saldo de ocho muertos y ocho heridos, lo que intensifica la sensación de crisis nacional.

Colombia se enfrenta a un día de terror con dos ataques coordinados que evocan los peores recuerdos del conflicto armado. La Fuerza Aeroespacial colombiana ha condenado el atentado en Cali, mientras la nación entera se encuentra en estado de shock ante la magnitud de la violencia que la sacude. La situación es crítica y cada minuto cuenta.