**¿Es Lima realmente una de las ciudades más peligrosas para vivir y visitar?**
En un giro alarmante, el expresidente Donald Trump ha señalado a Lima como una de las ciudades más peligrosas del mundo, una afirmación que resuena con las preocupantes estadísticas de criminalidad en la capital peruana. La tasa de homicidios en Lima, que supera los 100 por cada 100,000 habitantes, se ha convertido en un tema candente de debate entre expertos y autoridades. Según analistas, muchos de estos crímenes son el resultado de la extorsión, que, mal gestionada por las fuerzas del orden, culmina en actos de sicariato.
La situación se agrava al compararla con las dinámicas criminales de Washington D.C., donde la violencia juvenil y el uso de armas ilegales están en aumento. Sin embargo, la diferencia radica en que, mientras la criminalidad en D.C. muestra signos de disminución, Lima sigue enfrentando un panorama sombrío. Los expertos advierten que la falta de políticas efectivas y el tratamiento laxo de los menores delincuentes perpetúan un ciclo de violencia que parece incontrolable.
El debate se intensifica: ¿deberían las penas para los menores ser más severas? La respuesta es unánime entre criminólogos: no se puede tratar a adultos como juveniles. La impunidad alimenta la criminalidad, y la falta de programas sociales adecuados solo exacerba el problema. Las municipalidades, con el poder de implementar cambios, a menudo eligen ignorar los factores que contribuyen a la violencia, como la mendicidad y el consumo de drogas.
Mientras tanto, los ciudadanos de Lima se encuentran atrapados en un entorno cada vez más peligroso, donde la inseguridad se ha vuelto parte de la vida cotidiana. La urgencia de un plan de acción integral es inminente. Sin un enfoque preventivo que aborde las raíces del problema, Lima seguirá siendo un foco de preocupación en el mapa mundial de la criminalidad. La pregunta que queda es: ¿qué se está haciendo realmente para cambiar esta alarmante realidad?