¿Por qué Santiváñez continúa enquistado en el poder del estado? | El Comercio
**¿Por qué Santiváñez continúa enquistado en el poder del estado?**
En un giro alarmante, el exministro del Interior, Santiváñez, se encuentra nuevamente en el centro de la polémica tras su reciente viaje a Suiza, a pesar de las graves acusaciones que pesan sobre él. La situación se complica aún más con la revelación de que su voz fue identificada en audios comprometedores relacionados con el personaje conocido como “Culebra”. Este escándalo no solo pone de manifiesto su cuestionable trayectoria, sino que también resalta la preocupante falta de acción por parte de un Congreso que parece protegerlo.
Carlos Basombrío, exministro de Interior, no escatima críticas hacia Santiváñez, quien, según él, nunca debió ocupar un cargo de tal relevancia. Basombrío denuncia que el actual gobierno utiliza a Santiváñez como una herramienta para mantener el control y desviar la atención de los problemas urgentes que enfrenta el país, como la creciente inseguridad. La construcción de una nueva cárcel en el frontón, impulsada por Santiváñez, ha sido calificada como una amenaza ambiental y una distracción más del gobierno.
La situación es aún más grave al considerar las amenazas recientes a periodistas que investigan estos asuntos, lo que indica un clima de hostigamiento que se cierne sobre la prensa. Basombrío advierte que la justicia parece ser cómplice, permitiendo que Santiváñez se desplace libremente a pesar de su impedimento de salida. Esta impunidad alimenta la desconfianza pública y refleja un deterioro extremo en la ética política.
El Congreso, lejos de actuar, parece estar en complicidad con el poder ejecutivo, lo que deja a los ciudadanos en un estado de desamparo. La única forma en que Santiváñez podría ser destituido sería a través de un escándalo que lo exponga irremediablemente, algo que ya ocurrió en el pasado. Sin embargo, la percepción es que su permanencia en el poder es parte de un juego más grande, donde la lealtad y la protección mutua prevalecen sobre la justicia y la moralidad. La situación es crítica, y los peruanos esperan respuestas.